La vacuna contra la COVID-19 debería ser universal: una vacuna al alcance de todos y accesible para cada país. Sin embargo, hay un riesgo muy real de que el “nacionalismo de las vacunas” prive a las comunidades más pobres y a las que tienen los sistemas de salud más débiles de este instrumento fundamental. Seamos claros: si solo se protege a los países ricos, la vida no volverá a la normalidad.
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Mientras el coronavirus siga propagándose por cualquier parte del mundo, será una amenaza para todos. Debemos actuar juntos, como naciones unidas, informó UNICEF en su red social.
La lucha por encontrar la vacuna se ha vuelto prioridad para todas las farmacéuticas y para los gobiernos de todo el mundo, ya que el virus está propagado en todo el mundo.
En Europa se ha dado la segunda ola, donde miles se han contagiado porque ellos mismos se han descuidado, hicieron caso omiso a las normas de las autoridades sanitarias y hoy están pagando las consecuencias.
Aquí en América se habla de una segunda ola, y nuestro país se está preparando, aunque es verdad que hay muchos que no hacen caso las normas establecidas por el gobierno central.
El presidente y las distintas autoridades del Estado y sanitarias siguen inculcando a la gente sobre los cuidados sanitarios para evitar la segunda ola del corona virus, para ello las normas siguen vigentes, y los diversos medios de comunicación siguen inculcando a la ciudadanía la importancia del lavado de mano, el uso de las mascarillas, el distanciamiento social y las diversas normas sanitarias.
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Fuente: Facebook/UNICEF
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